Dos horas junto a maría mercedes carranza
Por: Sebastián Puerto
‘Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.
-Federico García Lorca.
La hora redondea la una de la tarde, pasado ya un cuarto de hora. La tarde en Bogotá está nublada, pero los ciudadanos de igual manera caminan por las calles de una ciudad oscura pero llena de historias y cultura. La capital hoy día lunes 30 de abril, está en su recta final de uno de los eventos más importantes del país, FILBO (La Feria Internacional del Libro de Bogotá). Una conmemoración a la imaginación, al mágico mundo de la lectura, aquellos contenedores de historias y datos que gracias a aquel magnifico evento, regala la posibilidad de acercar a la población.
Aquella incursión dentro de este magistral acontecimiento comenzaría con una fila no tan larga en la taquilla de la carrera 40, una esquina gris aglomerada de personas que caminan con dificultad debido al andén que con varias grietas, fuerza el tránsito de peatones. Siguiendo la indicación para la entrada al evento, los organizadores de fila de metal señalan el camino hacia la taquilla. Un niño alrededor de unos 5 años camina con afán, incluso rebasando a sus padres y las personas que van delante de él. Más adelante, una mujer de rubios crespos, y unas gafas de gran marco oscuro, es la encargada de repartir a las personas en las respectivas taquillas, donde se encontraría una mujer de al parecer bajo ánimo, pero muy eficiente en su trabajo.
El viaje comienza siempre con la entrada, la Feria del Libro, empieza. Se escuchan los torniquetes en su interior rodando, un sonido intrépido de la máquina encargada de escanear aquellos tiquetes que procederían luego con girar aquellas varas de metal permitiendo el paso de los transeúntes. Aquella entrada se direcciona hacia el pabellón infantil, que acompañado de muchos colores, contiene desde libros, hasta juegos para la sociedad de corta edad. Continuando con el camino, y con prisa en el paso, el corredor hacia el pabellón número 18 está lleno de varios paraderos para alegrar el estómago, restaurantes acompañan el recorrido, generando estos, un olor particular que se mueve por el aire, aquel olor hace mover las entrañas y producen aquel malestar que genera el apetito. Una puerta antes de llegar a aquel pabellón 18, abarca varios puestos, pero no solo de comida. En su parte derecha, un stand de los Scouts de Colombia, sociedad sin ánimo de lucro. En su izquierda una cafetería llamada Un Break Café, donde se encontraría un momento de descanso antes de proceder. Un croissant de chocolate y una botella de agua serían evento previo para el comienzo de un momento determinante del día. Como cualquier otro bogotano, de pie y dando zancadas largas al caminar, se deleita aquel producto horneado, aquella característica de multitarea con la que nace cada colombiano. Ya terminado, las escaleras esperan, se está a poco, subir para empezar.
Ya con las escaleras en la espalda, se encuentra en frente, aquel sitio único que resaltaría sonrisas, problemas, pasión, amor, desesperación; la sala María Mercedes Carranza. El abrir de la puerta permitía el contacto con una mujer encargada del staff, o en este caso, ‘operadora‘. Aquella mujer de rojiza cabellera, baja estatura y unas sombras azul claro que resaltaban de sus pequeños ojos, acababa de recibir a un grupo enorme de jóvenes estudiantes de colegio, hiperactivos preadolescentes. Al entrar el único sitio disponible, el piso. Pero también, llama el sonido de una voz femenina que proviene de los amplificadores negros situados dentro de la sala.
-Quiero que los demás se enamoren de los libros como lo hice yo. Se escucha.
Aquella mujer verdaderamente joven, tiene un ondulado cabello negro que combina muy bien con su pálida piel, y esta, con el rojo labial con el que gozan sus labios. Su cuerpo, promedio. Una bonita figura que acompaña con un vestido de Jean, el cual a su cintura se ajusta por medio de un delgado cordón color beige. En su manga se encuentran tres botones, tal vez, la misma cantidad de personas quienes respetan su presentación y asimismo, prestan completa atención e importancia a lo que expresan aquellos cerezados labios. Se puede distinguir un accesorio en su muñeca, esto gracias al brillo que desata dentro de la habitación, aquel destello que llega a cualquier iris y pupila dentro de la habitación.
Dentro de la sala, una de las tantas experiencias es sentir el golpe del bolso color café de una de las docentes encargadas del grupo escolar que allí se encontraba. Aquella docente tenía castaño el cabello medianamente largo, de una similitud notable con el corte de la protagonista del largometraje Matilda. La acompañan también un par de gafas, además de unos particulares aretes en forma de flor, de un gran tamaño y color café claro. Esta mujer recorre el lugar, por su parte derecha, en búsqueda del silencio de aquellos preadolescentes. Mientras, en el otro costado la colega de Matilda, de mediana edad y de un toque dictador singular de algunos docentes del colegio, se encuentra de pie con una blusa de diferentes tonos de azul que se conforman en aquella tela en forma de pinceladas sobre un lienzo. Pero, lo más peculiar no es aquella blusa, sino la mirada que reflejan sus ojos, la expresión de su cara y el poder que ejerce sobre aquellos jóvenes que aunque no colaboran con el silencio, al denotar el semblante de dicho ‘Führer‘, se atemorizan.
Por otra parte, aquella bella mujer de rostro encantador, Vanesa Moreno, continúa con su soberbia charla acerca del proceso para adoptar la lectura como placer para el humano. La comunicadora social y periodista de Canal 1, con palabras muy contemporáneas y de poca densidad debido al público, relata sus memorias de su proceso literario, en donde encontró dificultad para comenzar con el hábito de la lectura. Esto explicado por ella, apoyándose en el argumento de la diferencia que existe entre leer por obligación, a leer por gusto. Ahondando más en su sugestivo relato, el famoso escritor autor de libros como Satanás, Mario Mendoza, logró adentrarse en el corazón de Moreno y generar en ella un gusto peculiar en las obras de crimen, thriller y suspenso.
Ahora bien, luego de conquistar la costumbre a navegar aquellas tintadas letras impresas en cada seductor tomo que en su ojo se reflejaba y su cerebro atesora, Vanesa Moreno por medio de un canal, en la plataforma YouTube, busca producir contemporáneos contenidos, que creen un antojo por parte de los jóvenes hacia las obras redactadas por cantidad inimaginable de escritores. Aún más, con su joven canal Aminicia y sus diferentes conferencias, manifiesta con gran pasión su desinteresado propósito de que “quienes lean, así sean 100 personas, uno se lleve la consciencia de que es importante leer“.
Cada uno de esos cuerpos jóvenes que habitaban en el pequeño salón durante la charla habían abandonado la sala María Mercedes Carranza, estos, junto con sus peculiares docentes de compañía. A diferencia, la expresiva y atractiva fémina parloteaba con uno de sus compañeros, ya en un modo distinto, un modo laxo. Fue entonces, momento justo para aproximarse a Vanesa Moreno. Ganaba la intriga de saber sobre su trabajo y si esta, su conferencia, era la primera vez que accedía a dar una charla a más o menos 50 personas, aproximadamente.
-Esta es mi primera conferencia oficial sola, hablando de mi tema. Expresó Moreno.
Agregó también que en diferencia, sus otras charlas habían sido conferencias acerca de periodismo, siempre acompañada de otras personas e incluso otros colegas youtubers. Asimismo, comentó con respecto a su trabajo, además de ser periodista en Canal 1, Moreno se dedicaba a realizar contenidos en YouTube, donde subía cada semana vídeos acerca de un nuevo libro. En estos, desarrolla la reseña y comentarios acerca de diferentes ejemplares, como también, declara agregar uno que otro consejo para leer, “cositas muy ñoñas”.
Dando un espacio antes de la siguiente gran aventura junto a María Mercedes, una ansiedad buscaba a gritos el encendido de un cigarrillo. Fue entonces cuando al analizar el contenido de aquella charla anterior, el leer no se tornaba tan tedioso. El mensaje de Vanesa Moreno había logrado llegar a ese único personaje al que ella de manera pasional se refería. Pero, aquel análisis era detenido a causa de un joven estudiante bachiller. Vestido formalmente de camisa blanca la cual era acobijada por un elegante blazer color rojo brillante, un pantalón negro y unos refinados zapatos medianamente lustrados, se acercó. Inesperadamente su boca soltó una frase peculiar en jóvenes de esta edad. –Buenas tardes. Dijo. –Quería saber si usted podría regalarme un cigarrillo. Agregó aquel joven. Al confirmar su edad, la clara respuesta lo dejaría sin animó, generando su media vuelta y camino firme hacia sus compañeros.
Más adelante aquella poeta y periodista colombiana, María Mercedes Carranza, sería honrada entonces por el evento del XXVI Festival Internacional de Poesía de Bogotá, donde la Universidad Externado de Colombia daría lugar a la presentación de su colección Un libro por centavos. Sería también, la celebración de los 15 años que cumplía la colección misma.
Debido a la temprana llegada a la sala, los asientos más cercanos a la planta del escenario y a los futuros conferencistas se encontraban libres. La segunda hilera de sillas poseía una localización estratégica por uno de sus asientos, pues este, se encontraba próximo al altavoz derecho. Luego de pasar unos minutos, tres damas se acomodan en la primera fila, justo en frente. La más notable de ellas es una joven que ronda los 25 y 30 años. Su piel perfecta acompaña una tez blanca y unos bellos ojos muy bien maquillados, como lo están también sus labios. Estos últimos, tienen un color violeta oscuro que resalta aquella joya color plata que está a la mitad de su labio bajo. Su estilo apoderaba unas trenzas que varían entre colores como negro y violeta, y que abarcaban la cabellera en su totalidad. Aquella cabellera, hace una perfecta combinación con su camisa de leñador a cuadros debido a que contiene los mismos colores, a diferencia claro, de la variación de tonos del violeta entre cuadros.
En sus manos sujeta uno de los libros entregados por unos colaboradores de la conferencia, que aunque es de pequeño tamaño, contiene gran cantidad de espectaculares obras poéticas de las que se hablará a continuación. Aún más, se le encuentra ansiosa y con algo de nervios para con la conferencia. A su lado izquierdo y compartiendo una edad similar, se encuentra una joven de rubio cabello. En la parte derecha de su cabeza se encuentran sujetadas a su cuero cabelludo, casi a presión, unas cuantas trenzas. Aquella mujer de piel clara, usa unos lentes de varillas color oro y un gran marco de un violeta un poco oscuro. Viste con un pantalón negro de bota común y un blazer que bajo un mosaico de figuras extrañas, oscila entre colores blanco y negro. Por otra parte, a la derecha de aquella joven poeta, con una edad alrededor de unos 50 años o más, está sentada una mujer de cabello muy bien recogido con una ‘cola de caballo’. Esta mujer de curva espalda y carácter firme, utiliza unos anteojos sin marco, que a la vez, tienen unas varillas simples y delgadas. Lleva puesto un gabán negro que lleva encima de una camisa blanca, esta, con cordones delgados del mismo color que llegan hasta la mitad de sus pechos. Utiliza también, un pantalón de jean que es bastante ancho y el cual, tiene un doblez grueso llegando a sus tobillos.
Llegada la hora, el evento comienza a mitad de haberse llenado la sala. Una mujer toma el micrófono y toma acción. Con su pelo rojizo medianamente corto, unos lentes sin marco y una excelente actitud, Clara Mercedes Arango, coordinadora general de la decanatura cultural del Externado de Colombia y también de la colección “un libro por centavos“, se impone ante el público sin preámbulo alguno. Arango rodeaba su cuello con una peculiar pashmina color verde claro, usaba también una blusa roja debajo de un blazer verde un poco más opaco que el que sujetaba su garganta. Los ponentes toman asiento. La sala se queda en completo silencio frente a tan amable bienvenida.
-En este 2018 cumplimos los 15 años. Dice Arango.
Luego, comienza a promocionar aquella colección con la que los autores y participantes de la conferencia se veían tan bien servidos. Era imposible imaginar que quienes querían comenzar (o continuar), con aquella colección de libros de poesía pudiera adquirirlos por la simple suma de 10.000 pesos. Esto resultaba inimaginable, aunque, tal vez por el tamaño del libro, o en pro de sus intenciones de llegar a varios lectores, la cantidad de dinero no resultaba ser tan ilógica.
-Nosotros estamos acá gracias a que tenemos un convenio, estamos trabajando hace muchos años con el Festival de Poesía de Bogotá y hoy estamos en el marco del festival con ustedes en esta sala de María Mercedes Carranza, vamos a tener el privilegio de contar con varios de los autores de los últimos libros. Refiriéndose entonces, a cada uno de los presentados en frente del público.
El primero de los ponentes en tomar la palabra sería el Decano Miguel Méndez Camacho, quien asegura Arango, es quien “se ‘cráneo’, el que se inventó” la colección Un libro por centavos. Méndez, además de decano, es poeta y escritor. Tal vez muy notorio si se le conoce debido a su manera de expresarse y también, gracias al amplio léxico que expresaba al hablar. Un hombre muy elegante de edad madura con un estilo clásico pero de presencia distinguida. Su cabello de albino color, se encontraba muy bien arreglado hacia atrás, y este, acompañaba una barba tipo candado del mismo tono que reflejaba, junto a sus canas de cejas pobladas, una madurez llena de experiencia. Con un traje de paño color negro, una camisa blanca muy bien planchada y una corbata de color vino tinto y líneas doradas en diagonal, Méndez comenzaba su discurso.
-Nosotros estamos al borde de cumplir 15 años de misiones continuas, mensuales, gratuitas, cocidas de bolsillo de alta calidad poética y de muy definida calidad editorial.
El público se encontraba en completo silencio y la sala, por su parte, se encontraba con la voz de aquel sujeto. Aquella voz llegaba a cada rincón de la sala. Méndez hablaba y se notaba su intelecto, era expresivo con su habla pero también con sus manos. Esos movimientos entre palabras dejaban resbalar las mangas de aquel abrigo y también de su camisa, dando así la oportunidad de detallar en su muñeca izquierda un reloj color plata de gran tamaño. Una importancia anotación hacia al público, refiriéndose a que la Universidad Externado había invertido una importante suma de dinero en el proyecto. Pero, aclarando al mismo tiempo, que aquella entidad no veía esto como un gasto, sino más bien una inversión. Fue a continuación cuando diría algo bastante interesante, aclarando al público que esta universidad busca enseñar algo “más trascendental, más vital”.
-Enseñarle a la gente a pensar, a creer en la democracia, a creer en la libertad de expresión y de pensamiento, a creer en el pensamiento de los otros, a creer en el derecho a disentir. El Externado de Colombia no enseña verdades reveladas, como acostumbran las iglesias. Nosotros enseñamos a los estudiantes a desconfiar, a dudar, a sospechar; a poner en tela de juicio cualquier afirmación, cualquier conocimiento, cualquier idea sin, desecharla, sino abriéndole espacio a la discusión, al diálogo, que nos aclare la importancia de ese conocimiento.
Pasados unos minutos ya desde el comienzo de su charla, hay quienes demuestran con su rostro una expresión de desaprobación. Pero este, no con el contenido de su discurso, sino más bien, por la extensión de este. A Méndez se le notaba bastante emocionado con la idea de haber sido pieza fundamental de aquello que celebraba la ocasión. El haber pasado 15 años y continuar con un extraordinario proyecto donde la poesía era el medio para varios escritores de llegar a expresar con palabras miles de momentos, de sentimientos, en aquellas páginas impresas. Entre risas, Méndez dice “Estoy hablando mucho, eh?”. A lo que su público responde con varias carcajadas. Ya luego, con el ambiente un poco menos formal debido al gran sentido del humor del expositor, se dispone a comentar acerca del placer que es recibir escritores de España y de trabajar junto a grandes escritores, en su punto de vista. Luego de continuar con su discurso, Méndez aclara la finalidad de su trabajo, el trabajo por el cual la multitud de la sala se encontraba allí sentada.
-La misión nuestra es divulgar la poesía, es divulgar los beneficios del género, es mostrar lo que se hace en un género tan complicado, tan exigente y tan bello como lo es la poesía.
Ya finalizado el turno de Méndez, este hace referencia a un hombre que se encuentra sentado en las primeras filas de la sala. Con algunas palabras de presentación, aquel sujeto se pone de pie, recibiendo el micrófono. Este individuo es un hombre que aparenta una entre los 40 y 45 años de edad. Carece de cabello en la parte superior de su cabeza, al contrario que de su coronilla hacia abajo, pues esta parte de su cabeza tiene cabellos de muy corta longitud. También, utiliza unas gafas de color negro que tienen unas varillas de bastante grosor. Lleva una barba muy bien arreglada que varía entre el color canoso y el negro. Aquel sujeto lleva consigo una camisa de líneas color negro, blanco y un vino tinto oscuro por debajo de un suéter gris claro, este es de cuello en v y de manga larga. Viste un jean de oscuro color y con algunos reflejos más claros a la altura de su rodilla. Sosteniendo en el cuello un colgante con la bandera de Colombia que demuestra su participación en la feria y los libros de poesía en su mano izquierda, José Manuel Lucia, poeta y especialista en cervantes, hace la respectiva presentación de su colega poeta e integrante de la sociedad de autores de Un libro por centavos. No sin antes aclarar, bajo un acento español, que “es un honor estar con ustedes en estos 15 años de celebración, de una colección que muchos hemos conocido o comprado por amigos colombianos que nos han hecho la fortuna de entregarnos esta joya”.
Pasado el excelente discurso y unas importantes palabras para con su amigo y colega, el recién presentado, Basilio Rodríguez Cañada, español de nacimiento, hace su entrada. Un hombre un poco grueso, de cabello ausente y una barba color negro, rodea su boca y su mentón. Lleva puesta una camisa color azul muy claro, un suéter rojo cuello en v que esconde bajo una cazadora de cuero color negro y un pantalón beige. Rodríguez es un sujeto que tiene un don con las palabras, se nota su poesía tanto en su escritura como también a la hora de hablar. Ya entrando en su discurso, el poeta da agradecimientos al grupo y también asegura que para la feria del libro de España se hará la presentación de algunos títulos, entre ellos la colección del Externado de Colombia.
-Vamos a presentar un título que para nosotros es bastante significativo y que sin ellos habría sido imposible ofrecer a los lectores españoles. Comenzaremos con un título de la antología de la poesía negra colombiana, pero también quiero reivindicar a otros muchos autores que están en esta colección y que poco a poco, si las circunstancias de ese vínculo que tenemos que reubicar nos lo permiten, harán que el atlántico sea un mar de palabras navegables que posibilite el acercamiento de nuestros pueblos en un abrazo de tinta y papel.
Pasados algunos minutos y escuchando a aquel hombre pronunciar tan bellas palabras, se realiza la presentación de algunos de sus poemas dentro del texto entregado por aquellos encargados. Lo más emotivo de la ceremonia puede ser tal vez la participación de Basilio Rodríguez, esto, ya que su color en los términos que utiliza en cada larga oración hacen disfrutar de la poesía. La dicción de aquel hombre era una muestra grata, era un poema pero no escrito, era un encanto para el oído de cualquier personaje en la sala. Fue entonces, cuando no se esperaba ver o escuchar algo más gratificante, que Rodríguez alzaba de aquel asiento todo su cuerpo y bajaba del escenario tal cual aquel hombre con un solo objetivo. Aquel hombre se alzaba frente al público quien solamente calló.
-Cuando tuve la ocasión de estar en el Externado de Colombia y recitar por primera vez mis versos allá con una agradable compañía de estudiantes, de profesores, ideamos una experiencia loca de crear un poema sobre la marcha. Ese poema ahora ya está fijado en el libro y en aquel momento se lo dedicamos a una persona que, bueno, que se prestó ese juego. Ahora me van a permitir que se lo dedique a la musa que me ha acompañado durante muchos años y que me ha permitido escribir mis tres mejores versos, mis tres hijos, Raquel.
Basilio Rodríguez estaba ahora frente a todo un público expresando por medio de un poema el amor hacía su compañera de vida, su esposa. Este, fue un momento épico de la conferencia. Aquel poema bello, Luna de oriente, haría referencia a la búsqueda que hacía un poeta enamorado. Este poeta hacía un viaje a distintas partes del mundo en busca de aquel amor que había perdido, pero que ahora quería volver a hallar. La lectura en alto de este poema, dentro de aquel contexto y con la implacable melodía que tiene la voz de Rodríguez, sería entonces, la legendaria combinación que haría incluso volver la escucha a un sordo. Su mujer sonrojada y expresiva de amor, se encontraba atenta a tan hermosos versos. Se le notaba contenta, tal vez, debido a que sabe que en su matrimonio contrajo nupcias con la poesía misma plasmada en un ser humano.
Luego de tan espléndida aventura en las palabras de Basilio Rodríguez, Clara Mercedes Arango, la coordinadora del proyecto y en este caso, presentadora, comenta al público acerca de la iniciativa y misión que tuvo el proyecto dentro del proceso del mismo de encontrar nuevas voces. Aquella joven mujer de violeta en su cabello y en su vestir, permitía ahora conocer su nombre, Yenny León. Era ella una de las nuevas voces de la colección, una poeta que sería presentada por aquella mujer de canos mechones y de mayor edad, Mery Yolanda. Bajo un tono muy bajo y lento, una poesía describía a León. Varios versos, se imaginaría, producción de Mery Yolanda, hacían referencia a la personalidad, a la escritura y la vida de aquella joven poeta. Al terminar, aquella longeva mujer permitía la escucha de la voz de la recitadora antioqueña quien había concursado y salido victoriosa del Concurso Nacional Universitario de Poesía Universidad Externado de Colombia 2017, siendo este último lo que le permitiría ser parte del equipo de escritores de la colección.
-Desde que he sido pues tallerista de argumento de lectura, de escritura en Medellín; siempre leí los libros del externado, los utilizaba en mis talleres, entonces estar publicada en esta colección es algo muy, muy valioso para mí. Exclama Yenny León entre agradecimientos a sus acompañantes en el escenario.
A continuación León procede a la lectura de algunos de sus poemas. Al recitar sus versos, se nota un tono un poco lento pero expresivo con varios bajos y altos en su narración. Por el contrario, uno de sus acompañantes a gran velocidad pide permiso y mueve su menudo cuerpo hacia una pared cercana desde donde el observar se torna más sencillo. Aún más, saca su celular y comienza a grabar el momento en el que León pronuncia sus versos en voz alta. Aquel joven de barba y cabello liso que desemboca en un mechón, utiliza una camisa gris y un pantalón negro acompañado de botas de mediana altura. En la muñeca izquierda lleva consigo una manilla ancha de color negro y algunos cordones, exactamente más arriba se observa aquel móvil con el que hace registro de la participación de Yenny León en el evento. La poeta con su narración deja atónito a más de un espectador, como también a compañeros y maestros expositores. Aun mas, a su derecha se encuentra una mujer que no para de mirarla de una manera extraña, tal vez indescriptible. Existe en aquella expresión algo de felicidad, asimismo, manifiesta con su rostro el proceso de comprensión auditiva frente a las palabras de León.
La joven poeta antiqueña ha dado fin a la narración de unos versos por los cuales transmitía aquellas sensaciones que le agobiaban o emociones encontradas, pero a su vez, daba inicio a una nueva etapa en su vida.
El evento continuaba, la participación de un poeta de escritura particular y sin igual daba a lugar en el evento. La mujer colaboradora de la feria se dirigía a la coordinadora Clara Mercedes Arango para comentarle acerca de los minutos restantes, no quedaba mucho tiempo, el evento debía continuar. Nelson Romero Guzmán, un hombre de menudo cuerpo, una nariz un poco ancha que iba encima de un bigote. Llevaba un corte muy distinguido de muy corta longitud. Lucía una chaqueta tipo North Face o impermeable de color azul oscuro, debajo de ella lleva una camisa a cuadros amarilla con blanco. Más aun, utiliza un jean claro y unos zapatos cafés que terminan en forma puntiaguda y suela blanca. Romero recitaría algunos de los versos de su poemario, pero sería el último el cual lograría enganchar al público con algo de humor. Su poema titulado Alabanza al cerdo ilustraría una oración en honor al animal.
-Gracias hermano, Gracias,
por darnos el placer terrenal de glorificarte en el trincho,
porque igual de inmenso eres
con un poco de sal o con arándanos.
tú mereces estas Gracias, cerdo,
te doy mis cerdas Gracias. Narraba el autor.
Bajo algunas carcajadas, terminaría el relato de Romero. De esta manera la actuación por parte de los poetas que situaban aquellos puestos del escenario.
Por último y ya con poco tiempo, Cristina Venegas, aquella mujer apoderada del manto color azul claro que yacía en su cabeza, tomaba la palabra. Venegas se encuentra sentada en la mitad de todos los ponentes. Aquella mujer no esconde cabello alguno bajo dicha pañoleta de gran tamaño. Viste una chaqueta de color marrón, una blusa negra que deja observar un poco el escote y aquel collar negro con dorado, y un pantalón de jean.
-Yo tuve el privilegio de escoger los 70 de los 150 sonetos de Shakespeare que a ustedes les entregamos hoy en esta colección. Es realmente un privilegio participar de esta colección y saber que tuve algo que ver en que hoy, 409 años después de su publicación, estos sonetos vienen por vía España, gracias a la traducción de Sial Pigmalión y del Externado al llegar a los lugares más insospechados de Colombia. Dice Venegas.
El discurso de aquella mujer que rondaba entre los 30 y 35 años, dejaba ver una reflexión humana de lo profundo de su ser. Era entonces cuando hacía una leve comparación entre los poetas que allí se encontraban y la figura literaria de Shakespeare. Palabras que salían de su boca hacían entender que lo más sincero era aquella poesía, lo que más trasciende son aquellos ejemplos literarios del pasado, como los del famoso ya difunto literato.
-Acá sentada entre poetas y tratando de agilizar lo que les quiero decir sobre Shakespeare, no podía dejar de pensar, en ese lugar común de que el poeta es un profeta. Y eso es, yo creo, lo que une a Shakespeare hoy con todos ustedes que me rodean. Shakespeare fue un profeta hace 400 años y sus versos resuenan en los versos de ustedes hoy: la confesión, la niñez, lo humano, las diferentes caras del amor. Todas están presentes en Shakespeare y todas resuenan en sus versos.
Ya luego de tan hermosa indagación del pasado para resaltarlo en los versos de aquellos poetas del presente, Venegas se decide a comentar una incógnita del tiempo. La permanencia. A la cual, bajo un soneto de Shakespeare hace alusión para formular la pregunta y asimismo responderla. Se encontró interesante la ilustración, esto debido a cómo según explicaba ella, somos seres efímeros y el verdadero dilema es siempre como afrontar aquel problema. Entendiendo su ejemplo, la poesía en sí es algo inmortal y podría serlo también cada palabra escrita por distintos personajes a lo largo de la historia, haciendo así al hombre, inmortal.
-A ustedes cinco que están sentados al lado mío, jamás asechara la muerte oscura.
Siendo sujetos fugaces en un breve momento de la historia, somos simples esclavos del inevitable tormento que son el pasar de los minutos. Así como se acaba la vida, se terminaba entonces el placer de escuchar aquellos versos tan aclamados por corazones que piden a gritos literatura bella en contenido y completa de expresión. El corazón de uno de los sujetos de la sala se siente completamente agradecido por aquel breve lapso lleno de sentimientos extraídos de textos poéticos. Experiencias que acarician el oído.
Siendo la hora de despedirse de María Mercedes Carranza, acobijaba la duda de por qué siendo un completo extraño, ajeno a la universidad, se encontraría gusto por asistir a tan maravilloso evento. Fue entonces cuando se realizó la acometida hacia dos jóvenes que se esperaba no fueran estudiantes de la universidad. Uno de ellos vestía un gabán impermeable ancho, una camiseta gris y un pantalón de jean color grisáceo. –La verdad me pareció bastante interesante, en especial por la autora de Medellín Yenny León. Al parecer, este joven ya había disfrutado de algunos de los poemas de la autora antioqueña. –Uno se va con un aprendizaje muy ‘bacano’. Finalizó aquel joven.
Por otra parte, su acompañante, una joven que no pasaba de los 25 años y tampoco 1,50m de estatura, compartía su experiencia también. –Siempre había estado interesada en la poesía. Exclamó. –La verdad fue una experiencia muy ‘chévere’ porque pues, pude ver como diferentes perspectivas ante la poesía pues con cada autor.
Terminando con aquella experiencia, se hacía la despedida a aquella sala que tantas emociones había experimentado. Caía la lluvia en la ciudad de Bogotá, en la feria del libro, sobre la sala María Mercedes Carranza. Aquella lluvia sería breve, dejando así que la multitud transitara entre los caminos de la feria, permitiendo la salida de aquel mágico lugar. Las preguntas abundaban y la duda no era una opción. Sería momento justo para averiguar el motivo de una o dos personas de abarcar tan amplío establecimiento. El acercamiento a dos personajes situados a las afueras de la puerta principal de Corferias sería uno de los experimentos de la tarde.
Un joven de tal vez un metro noventa de estatura, de una barba poblada y una muda bastante cómoda, se encontraba de pie junto a su pareja mientras ella estaba sentada. La mujer de largo cabello lacio, ropa casual que oscilaba los colores negro y gris. –Vine a ver que invitado internacional había porque veo ahorita qué es argentina, pero no tenía claro quién era y pues venía a recorrer los pabellones haber que me encontraba en realidad, a la expectativa más bien. Dijo aquel joven. A lo que su novia agregaría –Vine pues primero a ver qué hay de nuevo con respecto a las ediciones anteriores, sé qué el invitado internacional es argentina pero pues quiero ver que libros y que lanzamientos nuevos hay esta edición.
Luego de aquel breve diálogo, con dirección hacia el transporte, vagaba la incógnita de por qué las personas disfrutarían de aglomerarse en un lugar, como también de soportar el escándalo, las filas, el olor a alimentos en cada sector de la feria, la lluvia y demás. Fue al analizar cada instante dentro de aquella habitación, que se ilumino el pensamiento de que el término ‘libro’ no se limita a “un conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante”, como lo describe la Real Academia Española. Aquel es un mundo total lleno de historias, ideas, sentimientos; aún más, significa un breve fragmento del autor, esa pequeña parte de él que se inmortalizara en letras tintadas sobre papel.
Así era entonces que al pasar de dos horas en aquella habitación testigo de buena literatura, un ser efímero como cualquier otro, incluso después de su fallecimiento, había sido inmortalizado. Tanto su compañía en aquellos ciento veinte minutos, como su aporte a la literatura, serían siempre eternos; ahora, en papel y tinta.
María Mercedes Carranza, “te doy mis cerdas gracias”.
Fotografías tomadas por Sebastián Puerto