La cruz del alcohol
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Por: Manuel Rómulo Vargas Benavides
Manuel Rómulo Vargas, un hombre que desde aproximadamente los 16 años entró en el mundo del alcoholismo y el tabaco. Un mundo en el que se ha sumergido cada vez más a lo largo de los años y a pesar de los numerosos intentos por salir de ahí se le ha hecho imposible.
Hoy en día, con 59 años y con muchísimas historias vividas y experiencia, goza de tener a su madre, una esposa y dos hijos, Manuel Rómulo de 20 años y Ginna de 22, los cuales, a raíz de este problema, han tenido que llevar una carga pesada. En su familia siempre han estado las ganas de ayudarlo de alguna manera, pero lo que parece hacer falta para encontrar una solución es la fuerza de voluntad.
Desde la muerte de su padre, Manuel Rómulo se mudó con su madre para cuidarla y apoyarla, por consiguiente su vida se tornó monótona. El cuidado de su mamá ocupa casi en su totalidad su tiempo, ya que requiere de mucha atención, por lo que casi no ve a su esposa e hijos y el tiempo para él mismo es escaso.
Intenta encontrar una salida a su vida repetitiva con el alcohol y tomándose “vacaciones”, como las llama él, saliendo de la ciudad con sus amigos. Siempre que esto último pasa su familia se mantiene preocupada porque saben que dichas vacaciones están llenas de alcohol y cigarrillo.
A finales de noviembre del año 2016 Manuel se fue a Ibagué con sus amigos. Los primeros días llamaba sin falta a sus hijos para saludar y reportarse, pero después de unos días dejó de comunicarse. La preocupación en su familia era muy grande y crecía cada vez más, pasaban las horas, los días, las semanas y no lograban hacer contacto con Manuel.
Al pasar casi un mes sin contacto su familia solo podía esperar. El 21 de diciembre Manuel Rómulo llegó a la casa de su mamá en mal estado, aún bajo los efectos del alcohol y con la apariencia de estar enfermo. Su esposa e hijos fueron informados y partieron con rapidez hacia donde estaba él. Al llegar lo encontraron en la cama con mal aspecto y se le dificultaba mucho moverse, lo que impidió que se levantara de la cama.
Los siguientes dos días su hijo, que tiene su mismo nombre, fue a visitarlo para ver cómo se encontraba, pero no parecía mejorar en lo absoluto. Cada vez tenía más dolor y en más partes. Su hijo le pidió que fuera al médico para que lo revisaran, pero él no quiso, ya que nunca le ha gustado ir a donde el doctor.
El 24 de diciembre sus hijos y esposa planearon una reunión en la casa de la mamá de Manuel para almorzar. Cuando llegaron él les abrió la puerta y se veía muy mal, se le dificultaba caminar y no se podía mantener derecho. Todos estaban muy preocupados, pero él solo quería evadir el tema. Durante el almuerzo se notaba que estaba respirando muy forzadamente, después de comer su esposa e hija le pidieron que fuera al médico, pero el insistía que se encontraba bien. Al ver que nada daba resultado para que entrara en razón, su hijo le pidió que hablaran a solas y logró que aceptara llamar a un médico.
Llegaron a revisarlo y el doctor quedó impresionado y dijo que tenían que llevarlo al hospital lo más pronto posible porque tenía varios órganos en mal estado. Manuel Rómulo pidió que su hijo lo acompañara en la ambulancia.
Al llegar a la Clínica Santa Fe se le hicieron algunas revisiones y le mandaron a hacer una cantidad enorme de exámenes. Al terminarlos todos le asignaron una habitación y junto a su hijo esperó pacientemente los resultados de los exámenes. Pasaron las horas y llegaron a la clínica la esposa e hija de Manuel. Salieron algunos resultados y el doctor explicó que tenía un pulmón, el hígado y los riñones en muy mal estado, esto era muy peligroso, por lo que debía estar un buen tiempo en el hospital.
Pasaron los días y su familia iba a visitarlo todo el tiempo. Con el paso de los días y con los cuidados que le daban, el hígado y los riñones empezaron a mejorar bastante y en él se iban notando estas mejoras. Para el problema en el pulmón le programaron una operación que el doctor calificaba muy peligrosa y con porcentajes desfavorables.
Llegó el día de la operación y la familia de Manuel estaba muy nerviosa, durante la operación hubo varias complicaciones que casi lo llevan a la muerte, pero afortunadamente se pudieron resolver y la operación salió bien. Le asignaron una habitación en Cuidados Intensivos porque todavía corría peligro y debía terminar la recuperación. Los primeros días de febrero, ya casi completamente recuperado, le dieron salida de la clínica.
En la actualidad Manuel Rómulo no ha podido librarse del alcohol y el tabaco, hace caso omiso a las recomendaciones del doctor, pero su familia sigue luchando para poder hacer algo para cambiar eso y poder vivir en tranquilidad muchos años al lado del hombre que aman tanto.