Welcome to new york
Por: Anna Wilches
La aventura comenzó el 13 de mayo de 2015 cuando me enteré que cumpliría uno de mis mayores sueños: conocer la Gran Manzana. Ese día recibí un correo de mi papá con los tiquetes para el día 6 de mayo del mismo año, estaba pasando por un momento difícil en mi vida, había comenzado a estudiar Derecho y sentía que estaba completamente perdida; entonces aquella noticia le había dado un giro a mi vida, entre más se acercaba la fecha, más emocionada me sentía, era lo único en lo que pensaba.
El día finalmente llegó, la noche anterior no había dormido mucho de la ansiedad que me causaba pensar en el viaje; el vuelo salía a las 9 de la noche, hora colombiana, así que estábamos en el aeropuerto aproximadamente desde las 5:30 pm. Viajaba con mi hermano Juan, quien es dos años mayor que yo, pese a esto, debía tener un permiso firmado por mis padres, pues yo aún era menor de edad.
Lo que pasaría en los próximos 30 minutos no lo veíamos venir.
Después de despedirnos de mi mamá y de mi hermana menor hicimos la fila y entramos a migración, desde ese momento la adrenalina comenzó a correr al ver a los guardias de seguridad tan altos, serios y con sus expresiones furibundas, era imposible no sentirse intimidado y, más aún, con todas aquellas historias sobre cómo le meten drogas en las maletas a los viajeros sin que se den cuenta de ello.
Al llegar a la ventanilla el trabajador nos pidió los papeles, hasta ese momento todo marchaba bien, sin embargo, su expresión comenzó a cambiar, levantó la mirada y dijo “el pasaporte del joven no está actualizado, no puede viajar”, acto seguido se levantó de la silla y nos pidió que lo siguiéramos.
No entendía nada, no podía ser cierto, el miedo más grande que tenía se estaba cumpliendo. De inmediato llamé a mi mamá, quien seguía en el aeropuerto, le dije que nos habían llevado a las oficinas de migración, que fuera lo antes posible; mientras tanto mi hermano y yo estábamos sentados en aquella oficina completamente desconcertados, intentando buscar una solución a la situación que nos había llevado a estar ahí y no abordando el avión hacia la ciudad que nunca duerme.
Cuando llegó mi mamá comencé a llorar, ella me abrazó intentando consolarme, luego de un momento me soltó y habló con la operadora de migración, ella le explicaba que Juan ya había cumplido 18 años y que era su obligación actualizar su número de documento en el pasaporte, por consiguiente no era posible que viajara con un documento vencido.
Y el problema no terminaba allí, mi permiso tenía que estar firmado por ambos padres y tenía que tener la fecha exacta en la que iba y volvía, sin embargo mi papá se encontraba en Texas y era imposible que volviera para firmar el permiso de nuevo.
Al salir de la oficina en la que estábamos sentía que las personas pasaban en cámara lenta y las voces se escuchaban distantes. La solución era posponer el viaje mientras se tramitaban los documentos de ambos y se concretaba algo con la aerolínea.
Pasó un mes en el que pensaba en ello todos los días, a pesar de haber pasado por un momento oscuro la aventura continuaba…
El día había llegado, era 6 de junio, finalmente, después de haber consultado con la aerolínea y las autoridades del aeropuerto unas 5 veces sobre los requisitos para poder realizar el viaje, estaba todo listo. Pasamos nuevamente por migración, revisaron nuestros documentos y nos dejaron seguir, cuando pasamos a la sala de espera me sentía invencible, por fin iría a la ciudad de mis sueños.
Juan y yo estábamos sentados en la sala de espera cuando sonaron los parlantes avisando que el vuelo hacia la ciudad de Nueva York, con escala en Ciudad de México, estaba retrasado. ¿Pero qué estaba pasando con este viaje? La tensión empezó a crecer debido a que solo teníamos una hora y media para poder realizar la escala en Ciudad de México.
Nos acercamos a los operadores y nos tranquilizaron un poco al contarnos que si se atrasaba el vuelo nos encontrarían otra conexión. Después de una hora de retraso por fin embarcamos. El vuelo fue bastante tranquilo y la conexión la logramos hacer sin ningún problema.
Llegamos a Manhattan a las 5:00 pm hora local, al sobrevolar por la ciudad no podía dejar de mirar por la ventanilla del avión, era increíble, verdaderamente espectacular, la cantidad de edificios y luces lo hacía aún mejor.
En el aeropuerto nos esperaba una prima de mi papá, con quien nos quedamos el tiempo que estuvimos allá. Nos montamos en el metro y fuimos hacia Queens, al bajar, caminamos unas cuantas cuadras y llegamos a la casa de ‘Mimi’, allí nos esperaba Susan, su hija, y Manchas, un shitzu de pelaje negro y blanco, quien no pudo contener la emoción al vernos.
Dejamos las maletas y salimos a caminar por el barrio, llegamos al Queensbridge Park, yo me sentía como en una película, todo era irreal, desde el parque se podía ver al frente la bahía de Manhattan, ya había empezado a oscurecer, así que la cantidad de luces que adornan la ciudad empezaban a brillar. Juan, como buen amante de la fotografía, no paraba de capturar los momentos que vivimos en ese lugar.
Al día siguiente nos levantamos alrededor de las 9 de la mañana y nos arreglamos para salir, ‘Mimi’ y Susan nos dejarían en Grand Central Station y nosotros iríamos a conocer la ciudad los dos solos. Afortunadamente los dos hablamos inglés fluido, así que por ese lado no había problema. Al llegar a la estación tomamos algunas fotos e hice mi primera compra, un labial MAC matte color rojo. Al acercarme a la caja volteé a mirar a mi hermano y rodó los ojos negando con la cabeza.
Nos quedamos otro rato dentro de la estación y decidimos salir, la primera cosa que nos encontramos al salir fue el Edificio Chrysler, uno de los símbolos de la ciudad. No podía estar más feliz. Caminamos unas cuadras mirando el mapa que nos había dado Susan y yo continuaba pensando que era todo un sueño, solo de pensarlo, en este momento se me mueven las entrañas.
Al llegar a Times Square todo era abrumador, las luces, las tiendas, la gente disfrazada de varios personajes, hasta el olor era cautivador y yo no paraba de sonreír. Mientras íbamos entrando se nos acercaron unas personas disfrazadas de Elmo y Winnie Pooh, nos preguntaron que si queríamos una foto, como buenos turistas aceptamos y cuando nos devolvieron la cámara nos cobraron 10 dólares, ambos nos miramos extrañados. ¡Nos habían visto la cara en pleno Times Square!
Seguimos caminando, tomando fotos, mirando algunos de los suvenires que venden en la calle, subimos las escaleras rojas del video de Jay Z y Alicia Keys, su canción no salía de mi cabeza. Entramos a la tienda de M&M’s y Hersheys, comimos en Mc Donalds y seguimos caminando por la plaza. Más tarde nos encontramos con ‘Mimi’ y nos fuimos a la casa a descansar.
Al día siguiente nos dirigimos directamente al Empire State, lugar que tampoco paraba de sorprenderme, era todo lo que esperaba y soñaba. Soy muy amante de la música y sé que cuando los artistas llegan a presentarse en el Madison Square Garden alcanzan un punto importante en su carrera, así que otra de las metas en esta ciudad era visitar el estadio. Caminamos hacia el lugar desde el Empire State, pasando por 5th Avenue, la Trump Tower y una gran cantidad de tiendas.
Luego de que salimos del Madison caminamos hacia Central Park, a medida que la tarde caía el paisaje se ponía mejor, Juan tomó varias fotos y se hizo amigo de una de las ardillas del parque. Caminamos por el Upper East Side y recordé inmediatamente Gossip Girl, una serie americana que se desarrolla en este lugar.
El tiempo pasó muy rápido, ya era 9 de junio, mi papá se iba a reunir con nosotros ese día, él llegaba de Austin, pues estaba en un viaje de trabajo, al encontrarnos nos dirigimos al One World Trade Center y pasamos por Ground Zero; personalmente soy muy fan de las teorías de conspiración y había mirado un montón de videos sobre lo que había sucedido ese día, el ambiente en este lugar era completamente diferente al resto de la ciudad.
Al salir de allí visitamos el puente Brooklyn, China Town, Wall Street y Statue of Liberty, al día siguiente el sueño llegaba a su final, ese día nos devolvíamos a la ciudad de Bogotá, sin embargo, sentía que todas mis expectativas se habían cumplido, no podía pedir más, estaba enamorada de New York y toda su majestuosidad, algún día volvería a la Gran Manzana, pero esa es otra historia que contar…
Al día siguiente nos dirigimos directamente al Empire State, lugar que tampoco paraba de sorprenderme, era todo lo que esperaba y soñaba. Soy muy amante de la música y sé que cuando los artistas llegan a presentarse en el Madison Square Garden alcanzan un punto importante en su carrera, así que otra de las metas en esta ciudad era visitar el estadio. Caminamos hacia el lugar desde el Empire State, pasando por 5th Avenue, la Trump Tower y una gran cantidad de tiendas.
Luego de que salimos del Madison caminamos hacia Central Park, a medida que la tarde caía el paisaje se ponía mejor, Juan tomó varias fotos y se hizo amigo de una de las ardillas del parque. Caminamos por el Upper East Side y recordé inmediatamente Gossip Girl, una serie americana que se desarrolla en este lugar.
El tiempo pasó muy rápido, ya era 9 de junio, mi papá se iba a reunir con nosotros ese día, él llegaba de Austin, pues estaba en un viaje de trabajo, al encontrarnos nos dirigimos al One World Trade Center y pasamos por Ground Zero; personalmente soy muy fan de las teorías de conspiración y había mirado un montón de videos sobre lo que había sucedido ese día, el ambiente en este lugar era completamente diferente al resto de la ciudad.
Al salir de allí visitamos el puente Brooklyn, China Town, Wall Street y Statue of Liberty, al día siguiente el sueño llegaba a su final, ese día nos devolvíamos a la ciudad de Bogotá, sin embargo, sentía que todas mis expectativas se habían cumplido, no podía pedir más, estaba enamorada de New York y toda su majestuosidad, algún día volvería a la Gran Manzana, pero esa es otra historia que contar…
"New York's charm is your surrounded by things you can't have.... New York's charm is it makes you think you can have them."